20 de abril de 2023
Cómo realizar pruebas de rendimiento eficientes para tus atletas
Existen tantas pruebas de rendimiento como atletas
Las pruebas de rendimiento deben formar parte de la planificación deportiva para obtener información sobre el estado del atleta y de la efectividad del entrenamiento. Los atletas recreativos entrenan pocos días a la semana porque no es su modo real de vida. Los atletas de élite entrenan casi todos los días, pero no pueden perder el tiempo en el entrenamiento. Ambos escenarios muestran que, aunque las pruebas de rendimiento son fundamentales, debemos escoger los momentos adecuados y los test realmente indispensables para nuestro deporte (Koopmann, Faber, Baker, & Schorer, 2020).
A su vez, difiere mucho la organización a la hora de realizar pruebas de rendimiento a un solo atleta o a un equipo completo. Influirá también el material y espacio que tenemos disponible, y por supuesto, cada deporte, e incluso cada posición en el campo, puede requerir demandas individuales, por lo que los test pueden ser distintos (Haff & Triplett, 2015). Como puedes comprobar, no es nada fácil realizar pruebas de rendimiento realmente eficientes en tus atletas, pero sí que podemos acertar si nos hacemos una serie de preguntas y vamos cercando el círculo.
Habilidades distintas, pruebas de rendimiento diferentes
Nada tiene que ver la fisiología de un corredor de maratón con la de un lanzador de béisbol o con la de un “ala” el rugby. Cada atleta y cada puesto necesitan un conjunto de habilidades muy distintas, por lo que la batería de pruebas seleccionada para uno puede nos ser apropiada para otro (Fukuda, 2018). Los indicadores clave de rendimiento (KPI por sus siglas en inglés) son los que determinarán cuáles son las características fundamentales de cada atleta que generan los mayores logros deportivos.
El primer paso para que las pruebas de rendimiento sean eficaces es analizar los indicadores clave del rendimiento en cada atleta, y utilizar el test que mida ese valor en concreto (Mccance, Hastings, & Dowler, 2015). A un corredor de maratón podremos hacerle una prueba de agilidad o aceleración como el test 5-10-5, pero no nos dará información sobre su rendimiento real, ni la eficacia del programa que estamos siguiendo. Sin embargo, ese mismo test es indispensable para un jugador de rugby que juegan en las posiciones de tres cuartos en las que se necesitan acelerar y desacelerar con cambios de dirección.
Pruebas de rendimiento específicas para sacar el máximo de tus atletas
Un escalador tiene unos requerimientos físicos y técnicos totalmente diferentes a los de un jugador de fútbol. El escalador tiene unas mayores demandas de fuerza, especialmente en las manos, utilizan diferentes sistemas para obtener la energía, y así podríamos continuar de forma extensa (Maciejczyk et al., 2021). Lo más importante para seleccionar las pruebas de rendimiento más útiles para tus atletas es conocer todos los entresijos de la disciplina deportiva. Para eso tendremos que hacernos una larga lista de preguntas que irán desechando unos test y dando cabida a otros.
¿Qué cualidad física sobresale de las demás en el deporte?
Existen deportes que son puramente de fuerza, como strongman o powerlifting, y otros que son puramente de resistencia, como las pruebas de fondo de larga duración. A su vez, la fuerza puede ser manifestada de forma puramente explosiva, como un saltador de altura en atletismo o un bateador de béisbol. Con la resistencia ocurre lo mismo, ya que un corredor de 5.000 metros necesitará entrenar de forma diferente o un corredor de maratón.
Los deportes anteriores son muy fáciles de analizar y de proponer pruebas de rendimiento específicas para ello. A un saltador de altura tendremos que hacerle sí o sí test de salto de altura, para los que podemos utilizar el dispositivo de medición de velocidad de Vitruve (Rodríguez-Rosell, Mora-Custodio, Franco-Márquez, Yáñez-García, & González-Badillo, 2017). A un corredor de resistencia de fondo le planificaremos pruebas de rendimiento para analizar cuáles son sus umbrales y zonas de entrenamiento para afinar a la hora de proponer ritmos de carrera. El quebradero de cabeza llega en los deportes de equipo en los que las demandas son mucho más heterogéneas, e incluso tendremos que mirar puesto por puesto.
¿Los movimientos del deporte son continuos o se caracteriza por movimientos intermitentes de alta intensidad?
Gracias a la tecnología que incorpora GPS, o directamente con las cámaras instaladas en los terrenos de juego de algunos deportes, podemos saber no solamente la distancia que ha recorrido nuestro jugador, sino cómo lo ha hecho, que es realmente lo importante. En el fútbol hay diferencias abismales entre un mediocampista defensivo y un delantero (Forcher et al., 2022). El papel del jugador de medio campo requiere carreras más continuas y con menos aceleraciones y desaceleraciones, que no significa que no las haya. Un delantero puede estar caminando durante minutos y realizar un sprint a máxima velocidad de repente.
El delantero parte en ese caso desde parado o desde baja velocidad y debe alcanzar la máxima velocidad posible en el mínimo tiempo. Tendremos que analizar su capacidad de aceleración con pruebas de rendimiento como el tiempo que tarda en completar 10 – 30 metros. De poco nos servirán los test de 60 metros o más porque si analizamos sus movimientos veremos que a lo largo de la temporada eso no ocurre, u ocurre de manera muy puntual. En el jugador de medio campo será interesante realizar otro tipo de pruebas de rendimiento como puede ser un yo-yo test en el que realizamos idas y venidas de 20 metros con una velocidad creciente, lo que se asemeja mucho más a su posición (Schmitz et al., 2018).
El sistema metabólico de obtención de energía dependerá de la forma en que el atleta se mueve en el campo (Baker, McCormick, & Robergs, 2010). Un sistema de energía de fosfágenos se utiliza principalmente en acciones explosivas de apenas unos segundos de duración, como un salto o un lanzamiento. El sistema glucolítico es el que se da en acciones de una duración media, pero con intensidades elevadas y moderadas. El oxidativo entra mayormente en juego cuando la intensidad es baja y la duración es alta. Cada sistema se asocia más o menos con un deporte y atleta, por lo que las pruebas de rendimiento deben ir enfocadas en medir realmente el sistema de energía que utilizamos de forma mayoritaria en nuestro deporte.
En el caso de movimientos de alta intensidad, ¿cuánto tiempo tenemos de descanso hasta que vuelve a sucederse la acción?
El éxito deportivo no solamente depende de la acción, sino de la recuperación que precede al gesto y que nos permite realizarlo de manera óptima. Cada disciplina tiene sus tiempos, y gracias a los datos que disponemos hoy en día, sabemos de forma muy aproximada el tiempo que transcurre entre acciones explosivas en los diferentes deportes. Disciplinas como las artes marciales, el boxeo y los deportes de lucha en general tienen claramente marcados los tiempos de descanso. Una de las pruebas de rendimiento básicas en los deportes de lucha es controlar cómo se recupera nuestra atleta en los minutos que dura el tiempo entre asaltos.
En los deportes de equipo se hace mucho más complejo encajar un tiempo de descanso entre acciones de alta intensidad, ya que un pivot de baloncesto puede enlazar dos, e incluso tres jugadas que requieran esprintar por una transición ataque defensa en la que ha habido algún robo o algo similar (Mancha-Triguero, García-Rubio, Calleja-González, & Ibáñez, 2019). El ‘repeat sprint ability test’ encaja a la perfección en estos deportes en los que durante un periodo de tiempo de entre 60 – 90 minutos se suceden de forma repetida carreras de máxima o casi máxima velocidad y corta duración (Bishop, Spencer, Duffield, & Lawrence, 2001).
¿Qué demandas de movimientos requiere el deporte?
Muchas veces los entrenadores nos enamoramos de una prueba de rendimiento, pero realmente no mide las demandas específicas del deporte. Un atleta deberá correr, nadar, saltar, patear, lanzar o realizar otra acción motriz en su disciplina. Dentro de cada acción, esta puede desarrollarse de una forma u otra. El tiempo de reacción es una de las demandas de algunos deportes que también debe ser evaluada, ya que de ella depende ganar o perder. En pruebas como los 100 metros lisos comienza a ganar aquel que reacciona antes al pistoletazo de salida. Esta acción es medible y entrenable, por lo que es una de las pruebas de rendimiento que no podrían faltar en nuestra batería de test eficaz.
Validez, fiabilidad y objetividad de las pruebas de rendimiento
La validez es el grado en que la prueba mide lo que realmente queremos medir. Es fundamental que una prueba sea válida, porque de lo contrario estaremos perdiendo el tiempo. En el apartado anterior hemos descrito las preguntas básicas para utilizar una prueba que sea realmente eficiente para nuestro atleta, ya que una de las máximas de las pruebas de rendimiento es que realmente mida las habilidades relevantes.
La fiabilidad es el grado de consistencia o repetibilidad de una prueba, es decir, que si repetimos la prueba obtendremos el mismo resultado (Scinicarelli, Trofenik, Froböse, & Wilke, 2021). La objetividad consiste en obtener el resultado del test sin importar quién sea la persona que realiza la prueba. Un atleta puede sentir una motivación extra hacia un entrenador, y un entrenador puede tener predilección hacia un atleta. Eso hace que en las pruebas en las que hay participación humana, como poner un dos o un tres en una planilla, pueda haber errores por falta de objetividad.
Por lo tanto, las pruebas de rendimiento deben ser válidas, fiables y objetivas. Eso se consigue principalmente con tecnología que elimina el posible error humano. Ejemplo de ello es el dispositivo de Vitruve que nos permite calcular parámetros como el salto vertical o la velocidad a la que desplazamos una carga, cualidad que se asocia con las acciones de lanzamientos y golpeos. Además, un dispositivo que cumpla con estos tres requisitos determinará claramente las posibles asimetrías entre extremidades, lo que se vincula con un mayor riesgo de lesión (Fort-Vanmeerhaeghe, Mila-Villarroel, Pujol-Marzo, Arboix-Alio, & Bishop, 2022).
Si medimos ambas piernas por separado, y la tecnología tiene errores, esa asimetría puede ser real o propia de la equivocación del dispositivo que no es fiable. Escoge siempre tecnología que haya sido validada y que haya mostrado su fiabilidad en publicaciones científicas, ya que solamente así te garantizas que los datos obtenidos son reales y las pruebas de rendimiento son efectivas. El dispositivo de medición de velocidad de Vitruve ha demostrado en la literatura científica que es válido y fiable (Callaghan, Guy, Elsworthy, & Kean, 2022; Pérez-Castilla, Piepoli, Delgado-García, Garrido-Blanca, & García-Ramos, 2019).
Otros aspectos a considerar a la hora de realizar pruebas de rendimiento efectivas
Existen otros factores que pueden arruinar los resultados de las pruebas de rendimiento, a pesar de haber escogido las mejores opciones posibles. La familiarización del atleta con la prueba puede suponer diferencias significativas con otros atletas, lo que no indicaría una diferencia real de rendimiento, sino una ventaja a la hora de realizarla. Para evitarlo, es importante que exista un conocimiento exhaustivo de la prueba, así de cómo realizarla. De esta forma, cuando volvamos a realizarla, si hemos mejorado el resultado se deberá a una mejora de la aptitud física, y no al aprendizaje.
Los factores ambientales determinarán también los resultados de las pruebas de rendimiento, y debemos tenerlo presente. La temperatura, el viento, la humedad y la altitud son los cuatro elementos que producen mejoras o empeoramientos significativos en los resultados. Por esta razón, las pruebas de rendimiento efectivas serán las que se realizan siempre en condiciones similares. Cambios drásticos en la temperatura y demás factores producirán resultados no reales.
El orden importa
Cuando nos referimos a realizar las pruebas en las mismas condiciones cuando las repitamos, señalamos la importancia de seguir el mismo orden lógico. Si realizamos varias pruebas de rendimiento en una batería de test deberemos seguir un orden adecuado, y replicarlo de la misma forma en el futuro. En primer lugar, llevaremos a cabo los posibles cuestionarios, medidas biométricas (frecuencia cardiaca en reposo, presión arterial…), medidas antropométricas (grasa, circunferencias…), evaluación de la postura, movilidad y cualquier otro test que no implique un gasto energético.
Si vamos a medir fuerza y resistencia, es ideal hacerlo en días distintos, ya que existe la posibilidad de que interfieran entre sí, especialmente si las pruebas de rendimiento son muy demandantes. Existen pruebas de rendimiento para medir la fuerza que no son demandantes y nos dan información de calidad, como analizar un salto vertical o la velocidad a la que movemos una barra con el dispositivo de medición de velocidad de Vitruve. Para llevarlo a cabo nos bastará con un calentamiento previo y con la ejecución de un par de saltos o levantamientos con cargas no máximas.
Establece un calentamiento previo a las pruebas de rendimiento
El calentamiento aumenta el rendimiento en una cantidad significativa. Debemos tener una plantilla de calentamiento previa a las pruebas de rendimiento para que el cuerpo esté en las mismas condiciones en los diferentes momentos de la temporada en los que hagamos las pruebas. Por ejemplo, si realizamos una potenciación post activación en el calentamiento, la evidencia nos dice que moveremos el peso más rápido después de una pausa de unos cinco minutos. Si un día realizamos la potenciación post activación en el calentamiento y otro día no, los resultados de las pruebas de rendimiento pueden estar alterados.
Joaquín Vico Plaza
Referencias bibliográficas
Baker, J. S., McCormick, M. C., & Robergs, R. A. (2010). Interaction among Skeletal Muscle Metabolic Energy Systems during Intense Exercise. Journal of Nutrition and Metabolism, 2010, 13. https://doi.org/10.1155/2010/905612
Bishop, D., Spencer, M., Duffield, R., & Lawrence, S. (2001). The validity of a repeated sprint ability test. Journal of Science and Medicine in Sport, 4(1), 19–29. https://doi.org/10.1016/S1440-2440(01)80004-9
Callaghan, D. E., Guy, J. H., Elsworthy, N., & Kean, C. (2022). Validity of the PUSH band 2.0 and Speed4lifts to measure velocity during upper and lower body free-weight resistance exercises. Journal of Sports Sciences, 40(9), 968–975. https://doi.org/10.1080/02640414.2022.2043629
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Fort-Vanmeerhaeghe, A., Mila-Villarroel, R., Pujol-Marzo, M., Arboix-Alio, J., & Bishop, C. (2022). Higher Vertical Jumping Asymmetries and Lower Physical Performance are Indicators of Increased Injury Incidence in Youth Team-Sport Athletes. Journal of Strength and Conditioning Research, 36(8), 2204–2211. https://doi.org/10.1519/JSC.0000000000003828
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Pérez-Castilla, A., Piepoli, A., Delgado-García, G., Garrido-Blanca, G., & García-Ramos, A. (2019). Reliability and Concurrent Validity of Seven Commercially Available Devices for the Assessment of Movement Velocity at Different Intensities During the Bench Press. Journal of Strength and Conditioning Research, 33(5), 1258–1265. https://doi.org/10.1519/JSC.0000000000003118
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Rodríguez-Rosell, D., Mora-Custodio, R., Franco-Márquez, F., Yáñez-García, J. M., & González-Badillo, J. J. (2017). Traditional vs. Sport-Specific Vertical Jump Tests: Reliability, Validity, and Relationship With the Legs Strength and Sprint Performance in Adult and Teen Soccer and Basketball Players. Journal of Strength and Conditioning Research, 31(1), 196–206. https://doi.org/10.1519/JSC.0000000000001476
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